
¡Prepárense venezolanos! porque tendrán que librar una batalla difícil contra quien hará todo lo posible por sujetarse al poder y tal vez comience a cumplir las peores amenazas o imponga tretas más infaustas, a menos que la gente se lo impida, tumbándolo por medio de las urnas.
Que no tiren la toalla, pero tampoco canten victoria. Los opositores al régimen venezolano gritan a los cuatro vientos que le ganaron al bufón de América, Hugo Chávez.
Lo que sucedió en las elecciones del 23 de noviembre, hay que examinarlo con lupa.
Los antichavistas avanzaron pero no lograron la ventaja necesaria para contrarrestarlo y enfrentar las sombrías estrategias que el aspirante a dictadorcito viene preparando desde hace tiempo. Aunque los opositores merecen aplausos por lo conseguido, siguen en desventaja porque el bufón tiene el control de las masas populares.
Es sensato que continúen el camino democrático, sin conspiraciones, para recuperar a Venezuela. Lo que pasó es un ejemplo de que esa ruta limpia, digna y uniéndose, es la correcta.
En una columna de diciembre de 2007, advertí que Venezuela no ganó, cuando se impuso el “no” en el referéndum que pretendía perpetuar a Chávez. Obediente aceptó la derrota. Ante los ojos del mundo dio la apariencia de honestidad, lo que podría garantizar el respeto de las elecciones futuras.
Chávez volvió a quitarse la máscara hace algunos días, ordenando a sus secuaces, en forma descarada, conducir el barco hacia el destino que se trazó: repetir el referéndum porque quiere eternizarse en el poder. No tiene proyectado entregarlo tan fácilmente. Construyó los cimientos de esa maniobra siniestra manipulando, amenazando y pisoteando las instituciones, pero también comprando al pueblo necesitado.
Los que saben de leyes constitucionales dicen que ya los venezolanos decidieron que no querían a Chávez perpetuamente. Vicente Díaz, rector del Consejo Nacional Electoral, opina que sería técnicamente imposible una nueva consulta popular. El bufón exigió su renuncia y agregó: “El que traicione a Chávez se muere políticamente”. “El que no esté conmigo está contra mi”.
Los zarpazos del tirano son recreados, como buen bufón, con pleitos y verborrea perversa. A Enrique Salas, gobernador electo de Carabobo le anunció: “Nos tomaremos la gobernación, ríndase”, advirtiendo, además, que la “revolución bolivariana” lo tiene sitiado. Semanas antes fanfarroneó con enviar tanques si el pueblo decidía votar por la oposición, pero no los despachó, aunque ganó el rival de su política trastornada.
Amenazas que no salen de la boca de un estadista, ni de un dirigente respetuoso de las decisiones del pueblo, sino de un hombre, que muchos ven como esquizofrénico, egocéntrico y sagaz que lleva a Venezuela hacia el abismo.
El bufón apresura el referéndum. Su objetivo está trazado, como lo pronostiqué.
¡Prepárense venezolanos! porque tendrán que librar una batalla difícil contra quien hará todo lo posible por sujetarse al poder y tal vez comience a cumplir las peores amenazas o imponga tretas más infaustas, a menos que la gente se lo impida, tumbándolo por medio de las urnas.
Aunque algunos optimistas aseguran que el apoyo de las clases menos favorecidas que lo mantienen en el poder, se le acabará cuando se agote el dinero, por los bajos precios del petróleo y en ese momento la luna de miel con ellos, podría convertirse en luna de hiel.
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