¿Por qué Piedad Córdoba se refiere a “capturados” por la guerrilla colombiana en vez de secuestrados? ¿Quiere darle beligerancia a las Farc para ponerlos en una lugar político de negociación?

El juego de palabras, por lo general, ha sido parte estratégica de los líderes en los conflictos mundiales para ganarle o desprestigiar al adversario.
En Colombia, por ejemplo, se acuñó el término paramilitares, (antes se llamaban autodefensas campesinas), refiriéndose a grupos armados que combatían a la guerrilla comunista. Este vocablo surgió porque quienes los entrenaron y patrocinaron fueron miembros de las Fuerzas Armadas del Estado.
Con el tiempo, un gran número de ex soldados hizo parte de sus filas y por eso la imagen del ejército se vio empañada. Para quitarse esa marca de encima, al pasar los años, se ingeniaron el término de bandas criminales –Bacrim-. Hoy lo usan con mayúscula como si fueran corporaciones.
Al final de cuentas, esos grupos del mal son los mismos con diferente nombre.
En la ofensiva semántica, los rebeldes comunistas han pretendido escribir la historia a su favor. Utilizando voceros ingenuos y otros no tan cándidos, se muestran como el “ejército del pueblo” y los “defensores de los desposeídos”.
Esta semana, Piedad Córdoba, la ex senadora colombiana destituida del Congreso, cuestionada por parecerse a una simpatizante de los guerrilleros, envió un mensaje público a los comandantes rebeldes invitándolos a una mesa de negociación para buscar salidas al conflicto armado.
Usando la semántica, como léxico manipulador, se refirió a los secuestrados con una palabra equivocada: “Queremos invitarles a anunciar su disposición a la liberación de los restantes miembros de las Fuerzas Armadas y de Policía capturados por ustedes en combate hace varios años”.
El término “capturados”, en vez de secuestrados, me revolvió las tripas y a muchos de mis paisanos también, que durante décadas hemos visto y oído los relatos de las personas “retenidas” en combate, en forma humillante, ruin e inhumana.
Después de esto Piedad huyó del país, argumentando que la amenazaron de muerte. No tengo dudas de que es cierto y quienes lo hayan hecho, evidentemente son los mismos enemigos de la paz que durante décadas han promovido los conflictos por negocio.
Pero, este asunto va más allá de las intimidaciones y de las guerra de guerrillas. Es una cuestión moral y no tanto de semántica.
¿Por qué Piedad se refiere a “capturados” en vez de secuestrados? Sus planes podría ser varios: uno, quiere darle beligerancia a las Farc para ponerlos en una lugar político de negociación; dos, pretende mantener la simpatía de los sediciosos para perseverar como vocera; tres, ansía un lugar en la historia y cuatro, aspira a ser candidata al Nobel de la Paz.
Piedad, sin lugar a dudas, ha hecho un pacto con las Farc y con Alfonso Cano, el nuevo jefe del grupo insurgente. Esta guerrilla está acorralada y casi aniquilada por el Estado. Cada vez que sienten perder terreno, ella sale en su defensa y plantea negociar.
¡Qué nos importaría el afán de protagonismo de Piedad, si al final lograse un acuerdo de paz! Lo que tenemos que recordarle a ella es que la moral y el respeto por la vida humana están por encima de las ambiciones personales y de la semántica. Para sentarse a negociar con secuestradores, narcotraficantes y paramilitares, hay que llamarlos por su nombre y ellos tienen que estar dispuestos a renunciar al delito y a pagar condenas.
La guerrilla perdió validez desde el mismo momento en que sus cabecillas resolvieron criminalizar la lucha armada, convirtiéndose en bandidos, muy alejados de sus ideales de ser un “ejército del pueblo”.
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