Una América soñada

Una América soñada
Chávez, Ortega, Morales, Uribe, Bush.

Tengo sueños recurrentes, en donde los personajes dan un giro, inesperado pero gratificante, en sus ideas y planes, convirtiéndose en verdaderos líderes de América. En mis sueños, varios de ellos decidieron propagar una renovada revolución pacífica, cambiando el destino de las naciones sometidas por tiranos.

Este sueño, del cual yo también soy vencedor porque reverdece mi trabajo como reportero, transforma las desalentadoras noticias por positivas. Es un sueño optimista con visos de desafío histórico.

Sueño con Hugo Chávez liderando una Latinoamérica progresista, menos belicoso. Este Chávez de mi sueño paró los ataques al Presidente Bush porque supo que perdió tiempo y su país no sacó provecho al embestir verbalmente a un mandatario que ni se enteraba de sus provincianas burlas. No alimentará más el odio irracional y visceral. No más anestesia a su gente y no más “cortinas de humo” con altercados baratos. Ahora se dedicará a trazar políticas sociales y económicas en Venezuela, favoreciendo honestamente al pueblo para erradicar hambre y miseria; promete no ofrecer comodidad temporal a cambio de que los venezolanos agachen la cabeza ante su poder excesivo y marrullero. Entiende que copiar las injusticias del pasado de un socialismo arcaico es un error, porque el futuro de las naciones es desarrollo integral, equitativo, pero libre. No regalará más petrodólares para financiar revueltas en los países vecinos, vendiendo su idea bolivariana, sino que generará progreso. En mi sueño, Chávez admite que adelantar media hora los relojes, fue un ensayo para cómico de su hermano ministro. Decide ayudar a los cubanos y no a Fidel. Y hablando de Castro, he soñado que descansó en paz y por consiguiente descansaron los cubanos. ¿O descansamos los periodistas? Por fin viajé a Varadero y mi tomé una auténtica Cuba Libre.

Sueño con Daniel Ortega haciendo de Nicaragua un país desarrollado, sin rencillas y componendas para resguardarse en el poder. Este Ortega decide, en mi sueño, avanzar hacia el futuro y desencadenarse del lastre desafortunado de la izquierda que sometió a mucha gente a décadas de pobreza. Admite públicamente que no fue un lapso mental su discurso en la ONU contra lo que llamó “capitalismo global imperialista” y a Estados Unidos “la mayor dictadura de la historia”, sino una alineación a intereses internacionales y lo recapacitó porque Chávez, en mi sueño, también expresó su culpa. Entonces, Ortega decidió escuchar al renovado. Aceptó ayuda de Venezuela para los miles de damnificados del huracán Félix, sin compromisos ideológicos; prometió no recibir médicos cubanos y “tecnología” extranjera, para no comprometerse y avergonzar a sus profesionales, empleándolos y pagándoles mejores salarios. Hizo investigar y castigar a los responsables de las negociaciones disfrazadas con la sociedad panameña “Kasumi”, aparentemente favorecida por el Presidente de la Empresa de Energía Eléctrica, Ernesto Martínez Tiffer, quien habría promovido una “contratación millonaria directa sin licitaciones públicas” para invertir en plantas térmicas en asociación con el Estado. Ortega, en mi sueño, está decidido a que los nicaragüenses no sufran más por los apagones y que la falta de energía no sea otra razón de acrecentar la pobreza. Anunció que sus paisanos pobres ya no dirán: ¿Qué voy a comer hoy?, sino ¡Qué bueno, comí hoy!

Sueño con un Evo Morales, admitiendo la equivocación de homenajear excesivamente (incluyendo una emisión conmemorativa de estampillas) a Ernesto “Che” Guevara, un sedicioso visto como criminal y quien murió inútilmente hace 40 años por una idea insurrecta que rezagó a ciertos pueblos Latinoamericanos. Un Morales que repite que las revoluciones armadas son primitivas. Que erradica gradualmente las matas de coca, reemplazándolas por cultivos que alimenten a los pobres y sin manipulaciones comunistoides.

Sueño con Álvaro Uribe en Colombia, al cual no vi arrogante ni pendenciero, sino conciliador y sencillo. Este Uribe, sigue atacando a las FARC (que bien lo hace), pero también resuelve encarcelar a todos los paramilitares responsables de matanzas y crímenes políticos. El Uribe de mis sueños, decidió encerrar a ciertos congresistas, cómplices de esos abusos, sin importar que uno es su pariente. Trazó estrategias contra todos los carteles de la droga, inclusive los de su tierra, Medellín, que gozaban raramente de libertad, mientras extraditaban a los de Cali. Dejó de cazar peleas inservibles y siguió gobernando, como lo sabe hacer. Sueño con una guerrilla dejando armas e incorporándose al nuevo país.

Sueño con un George Bush, retirando las tropas de Irak y Afganistán, ordenándoles construir escuelas, carreteras y hospitales en Latinoamérica para reducir, de una vez por todas, la inmigración a Estados Unidos.

Al despertar me ilusiono que América sí podrá ser el continente de la esperanza, pero cuando mis ojos abren a la realidad del día, me doy cuenta que, aunque soñar no cuesta nada, tan solo fueron eso: sueños. ¿Los buenos sueños se harán realidad o sólo serán burlas de la mente para aliviar la desesperación?

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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