Uribe no es monedita de oro

Con perdón de los colombianos que me recriminarán y me dirán que soy comunista para justificar su elección, el gobierno de Uribe está marcado por la suciedad.

Uribe y sociedad
Álvaro Uribe Vélez. Foto: Semana.

Los colombianos tienen miedo de volver al pasado, pero también le temen a quedarse congelados en un presente totalitario de derecha. En esa disyuntiva se debate el tema de la reelección de Álvaro Uribe.

Unos paisanos me preguntaban por qué no daba mi opinión sobre el presidente y les respondí: los colombianos se escandalizan cada vez que se habla de su país (a menos que sea del café y las esmeraldas). A ellos les preocupa más “el qué dirán”, que la realidad de una nación la cual todavía padece inseguridad y violencia sufrida, en especial, por las clases más pobres y los anti uribistas.

Muchos viven ciegos y sordos ante la situación que encierra la política de “seguridad democrática” de Uribe; quizás a causa de tantas décadas de violencia prefieren ignorar la realidad, creyendo que él es el único salvador. Pero hay crímenes ocultos de sindicalistas y campesino y a los periodistas opositores los denigran, auspiciados por algunos medios cómplices. De esa manera la verdad siempre queda oculta.

Yo también he tenido el dilema con la reelección. En las mañanas pienso que sería perjudicial para Colombia porque Uribe podría ambicionar eternizarse en el poder y las naciones necesitan un cambio, oxígeno e ideas nuevas. En las tardes, creo que Uribe debería repetir un tercer mandato para que termine su labor.

Él ha sido un gobernante fuerte que acorraló la guerrilla y eso es bueno, porque los subversivos asolaban los campos y ciudades con secuestro, extorsión y narcotráfico. Todavía lo hacen pero en menor proporción.

Uribe sembró semillas de esperanza en la ciudadanía de clase media, media alta, y alta, que ahora puede ir de paseo a sus fincas de recreo. Él es un excelente diplomático y con tono paternal le hace creer al mundo que Colombia es un paraíso y eso se traduce en “buena imagen para el país”, lo que encanta a mis paisanos.

Pero los colombianos que se favorecen de su forma de hacer política no pueden ser egoístas e ignorar la verdad. Uribe no es monedita de oro.

No ha sido un gobernante social. Detrás de los titulares positivos, sus protectores en la gran prensa disimulan la realidad. Esconden la pobreza y el desempleo que aumenta galopante. Ocultan que los sueldos no alcanzan para comprar comida y pagar los servicios de luz y agua.

La sospechosa revaluación (el peso baja frente al dólar) de la que tanto se ufana Uribe diciendo que fortalece la economía, no ayuda a los pobres, sólo a unos cuántos ricos. ¿Por qué hay revaluación? porque están entrando millones de dólares ilegales del narcotráfico para sufragar la re-elección, no sólo haciendo campaña en los poderes políticos, sino para costear una eventual convocatoria a una Asamblea Constituyente. El plan B para perpetuar a Uribe.

Con perdón de los colombianos que me recriminarán y me dirán que soy comunista para justificar su elección, el gobierno de Uribe está marcado por la suciedad. En los pasillos y en los sótanos de la Casa de Nariño y en los cuarteles militares continúan las alianzas con los paramilitares narcotraficantes.

Uribe siempre se ha movido en las sombras, desde su apoyo a las autodefensas que promovió cuando fue gobernador de Antioquia, hasta los vínculos con parlamentarios y dirigentes que hicieron un pacto secreto en 2001 para ponerlo a él en el poder y establecer un gobierno de ultraderecha.

¿Por qué tener doble moral y aceptar a un Uribe que es cómplice por acción u omisión de las masacres perpetradas por los paramilitares?

Aunque sé que nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, también sé que pocos quisieran tener una falsa en el bolsillo.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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