Cannabis, camino del infierno al cielo

En la Florida proliferan las clínicas del dolor donde los médicos recetan opiáceos como la Codeína, el Vicodín o el Oxicontín, como dar una aspirina. El FBI sigue continuamente pistas de traficantes que compran las pastillas a los pacientes para revenderlas en el mercado negro.

Marihuana.

A paso lento pero seguro, los defensores del uso de la marihuana, respaldados por oscuros inversionistas, están ganando terreno en América para que se permita recetarla de manera medicinal, una forma disimulada de abrir las puertas para la legalización recreacional.

No podemos ignorar el valor medicinal de esta yerba. La marihuana por varias generaciones ha sido usada como tratamiento para diversos padecimientos. En Colombia, las abuelas la empleaban para aliviar dolores: metían un manojo de hojas en una botella llena de alcohol y después de dejarla reposar varios días, la aplicaban en la zona afectada.

Pero, apartando las bondades de la matica verde, lo que ocurre hoy es una treta que ha ido calando entre los políticos, quienes ven muy lucrativo este negocio más que un beneficio para la salud.

Desde hace pocos años, inversionistas privados y casi secretos o más bien clandestinos, están financiado costosos cabildeos (lobby), grupos de presión que trabajan en los pasillos de los congresos estatales de los Estados Unidos y en las oficinas de los políticos más influyentes de América Latina, para convencerlos de la importancia económica al aprobar el uso de la marihuana, en especial un sustancial incremento en los impuestos.

Siempre he creído y no quiero parecer tránsfuga en este momento, que la legalización de la droga sería la mejor defensa contra la muerte y la destrucción que ocasiona el crimen organizado. La ilegalidad es la que le permite a los carteles mantener altos ingresos. Ellos mismos se encargan de limitar la cantidad de drogas en las calles para subir precios y en ocasiones soplones de los mafiosos entregan a la policía cargamentos de baja calidad para trepar los costos en el mercado clandestino.

Repito lo que he dicho en otros artículos: no se trata de legalizar a los narcotraficantes, sino de legitimar y regularizar la producción y el consumo de drogas sicotrópicas, pero con una política estatal puntual y una contingencia en planes de prevención y salud.

Descriminalizar el consumo, por ejemplo, es una necesidad social. ¿Cuántos jóvenes en los Estados Unidos han ido a la cárcel o han sido perjudicados judicialmente por arrestos innecesarios por tener en su poder un cigarrillo de marihuana? La prohibición, sin lugar a dudas, es un lucrativo negocio del sistema judicial y las autoridades.

La primera alarma que suena en mi cabeza es que si en los Estados Unidos, donde los controles son supuestamente muy extremos y las autoridades mantienen una vigilancia estricta sobre las recetas médicas, al final es casi imposible controlarlas. Miles de pacientes alegan dolores difíciles de comprobar o dicen padecer artritis reumatoide o estrés.

En la Florida, por ejemplo, proliferan las clínicas del dolor donde los médicos recetan opiáceos como la Codeína, el Vicodín o el Oxicontín, como dar una aspirina. El FBI sigue continuamente pistas de traficantes que compran las pastillas a los pacientes para revenderlas en el mercado negro.

Basado en esto pregunto ¿cómo harán los países latinoamericanos para evitar que las mafias no se apropien del mercado de recetas? ¿Cómo combatirán la corrupción?

En diciembre pasado Uruguay aprobó una ley inédita para regular la producción, distribución y venta de marihuana, lo que ha incrementado el turismo en ese país, pero todavía no se pueden establecer las consecuencias sociales y médicas, ni los beneficios económicos.

Recientemente en Colombia, el presidente Juan Manuel Santos, dio un viraje en su visión frente a la prohibición, abriendo paso a la posibilidad de que se apruebe el uso de la marihuana con fines médicos y terapéuticos. Algo oscuro y turbulento se mueve bajo las aguas apacibles de la iniciativa gubernamental. Hay fuertes interesas nacionales y extranjeros.

Poco a poco, el poder de los inversionistas clandestinos ha logrado ir sepultando la satanización del cannabis en América, abriéndole paso hacia el cielo del capitalismo. Ya se inventarán otras guerras que librar en el siniestro mundo de las adicciones.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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