Lobos cibernéticos al acecho

La curiosidad mató al gato, dice el dicho popular. Los adolescentes caen en la trampa porque buscan aventuras y cosas desconocidas. Lo prohibido atrae.


Padres ignorantes o despreocupados y en ciertos casos facilistas, que pretenden quitarse de encima la responsabilidad de educar y cuidar a sus hijos, dejan que ellos vivan un submundo de libertinaje en las redes sociales, sin control alguno.

Es importante que entendamos que la Internet no es una guardería donde se distraen los niños mientras los adultos están ocupados en “cosas de grandes”.

Dejarlos navegar en la nube virtual con plena autonomía, es como mantener abierta una puerta de la casa, permitiendo que depredadores sexuales entren a la habitación de sus hijos y les hagan propuestas impúdicas.

Hace pocos días las autoridades colombianas capturaron a un individuo llamado Andrés Camilo Gómez Orozco, que seducía a menores de edad a través de la Internet, engañándolos y explotándolos en una red que vendía servicios pornográficos a cientos de usuarios en el mundo.

Por la valentía de una víctima, de 13 años, lograron ubicar el centro de operaciones y descubrieron que el sujeto tenía una plataforma criminal, desde donde distribuía esas imágenes en vivo. Tenía cautivas a por los menos 25 jovencitas más. Eran esclavas sexuales.

Este caso, es uno de cientos que descubren las autoridades donde, por la ingenuidad infantil o por la ambición de ganar un dinero fácil, terminan viviendo un infierno.

La Unicef alerta a las familias sobre este peligro latente. Los niños y adolescentes, por lo general, son inocentes y buscan en las redes sociales entretención, amigos y conocimiento. Por esa sed de saber más y ganas de pasarla bien, son presas fáciles de los lobos cibernéticos que se mantienen al acecho en la red para atraparlos.

Las naciones de menor riesgo y donde hay más control, de acuerdo a Unicef, son las industrializadas y primermundistas. ¿Por qué? Porque hay mayor información del peligro y los jóvenes viven actualizándose sobre la inseguridad cibernética. Pero no crean que están a salvo. La curiosidad mató al gato, dice el dicho popular. Los adolescentes caen en la trampa porque buscan aventuras y cosas desconocidas. Lo prohibido atrae.

En Latinoamérica, debido a la poca experiencia de los papás sobre el tema virtual y la libertad relativa que tienen los muchachos, los casos se multiplican como epidemia.

La Unicef advierte que “nunca será posible eliminar todos los riesgos, porque es un espacio muy grande que se encuentra en evolución” y los malos son muy creativos para encubrirse y evadir la ley y la justica. Además, los favorece el anonimato.

Por esa razón, antes de reclamar y esperar políticas gubernamentales en su país y acuerdos a nivel mundial para proteger a los menores de esa plaga nociva, es indispensable que sepamos, primero, cómo funciona la red; segundo, dónde están los peligros y quiénes pudieran ser esos chacales y tercero, debemos vigilar a los menores de manera persistente.

Hay que establecer la seguridad infantil en línea, como primer escudo protector de nuestros hijos, en casa. Enseñarles a identificar a los depredadores, a los que engañan con edades y nombres falsos y a los que hacen invitaciones explícitas sobre sexualidad y actos íntimos.

No se trata de aislar a los niños y adolescentes de la Internet, porque ellos necesitan esa herramienta que tiene amplios y maravillosos beneficios para informarse, aprender, crear y ampliar los horizontes geográficos y culturales. La idea es enseñarles a cómo cerrar las puertas virtuales a los malvados y a no guardar silencio.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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