Picando al monstruo de la discriminación

Inmigración

Observé estupefacto a un niño de tres años pisando con sus pies descalzos latas de cerveza, ante la mirada indiferente de los “hombres del hogar” que no ayudaban a los pequeños ni a las mujeres, apresurados por llenar costales de basura para vender por kilos; a una cuadra de ahí, el cacareo de gallos de pelea en un criadero doméstico, me distrajo; a la vuelta de la esquina, frente a la alcaldía, en una vivienda ondeaba flamante una bandera mexicana, mientras en la baranda de la entrada, como si fuera a propósito, el estandarte estadounidense, estaba colocado desdeñadamente, mugriento y deshilachado, perdiendo imponencia.

El camarógrafo que me acompañaba, Scott Monagham, quien se llama asimismo “El Gringo” y quiere a los hispanos como si fuéramos raizales, me dijo en su español aprendiz: “es una cachetada en mi cara, un insulto sin palabras”.

Esta escena que parece sacada de cualquier lugar mexicano o de Latinoamérica, la vi en El Cenizo, una pequeña ciudad en Texas, en la rivera del Río Grande, frontera con México, a sólo 12 millas de Laredo. Desde 1999, un alcalde que no sabía inglés, ordenó que el español se estableciera como el idioma oficial en este pueblo estadounidense. Todas las juntas municipales y las transacciones comerciales y públicas, deben hacerse en el idioma de Cervantes (Sin embargo, los documentos de gobierno, los escriben en inglés y los traducen al español a quien lo solicite). En la escuela, llamada Kennedy-Zapata (por John F. Kennedy y Emiliano Zapata), los primeros grados enseñan sólo español y a medida que van creciendo se les inculca el inglés. Pero muchos piensan que esto los hace tener un futuro mediocre, porque nunca aprenderán bien los dos idiomas.

Ahora que se avivó el espíritu anti-inmigrante, El Cenizo vuelve a estar en la palestra, porque muchos creen que se está picando al monstruo de la discriminación.

Sin lugar a dudas, la tarea del actual alcalde, Raúl Reyes, muchacho inteligente México-americano de 24 años, es titánica. Intenta convencer que no hay malas intenciones y en medio de esto pretende conseguir  presupuesto para hacer progresar su pueblo en un Estado, como Texas, donde el racismo es evidente y después de mostrar a El Cenizo como una colonia desafiante.

¿Debemos imponer nuestra cultura, lengua y costumbres en un país que nos acoge? o ¿tenemos que digerir y aprender a convivir en otra cultura y olvidarnos de los orígenes? Ambas cosas no podemos hacer. Históricamente los pueblos han vivido fusiones culturales y humanas.

Es peligroso llegar a imponernos. Bien podrían los enemigos enfermizos de la “supremacía blanca”, o el “novedoso” “Proyecto Minuteman” (grupo beligerante que abiertamente está forzando a una represión violenta contra indocumentados) y hasta el resurgido Ku Klux Klan, tomar represalias contra hispanos, como ya lo están haciendo. Al alcalde de El Cenizo, aunque es estadounidense de padres estadounidenses, le llegan mensajes amenazantes: “regrese a su puerco México o sino aténgase a las consecuencias”.

Es tanta la animadversión de esos anti-hispanos, que surgió un videojuego gratuito en Internet llamado “Border Patrol” que invita a matar “espaldas mojadas” o “mexicanas embarazadas”. En junio pasado, cinco anglosajones fueron condenados a prisión por  poseer granadas y fusiles, que, según el FBI, eran para matar mexicanos. Dos legisladores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, entre ellos Lamar Smith de Texas, promovieron en junio pasado, una ley para la seguridad fronteriza y declarar el inglés como lengua oficial y prohibir el uso de la matrícula consular mexicana para hacer negocios bancarios. Y finalmente, un muro de mil kilómetros está siendo construido a lo largo de la frontera México-estadounidense.

En vez de generar más antipatía, los hispanos debemos mostrar con hechos que al llegar a Estados Unidos somos una contribución y no un problema. Lo prioritario es aprender inglés, lo cual nos da una ventaja sobre la mayoría anglosajona que cree que su idioma y su país es lo único que existe en el mundo. Después debemos respetar las leyes, los símbolos patrios y las costumbres, sin sepultar lo nuestro. No pongamos barreras ni al inglés ni al español. A nuestros niños mandemoslos a la escuela en vez de hacerlos trabajar pisando latas de cerveza.

Estos tiempos difíciles se pondrán peores para los inmigrantes en Estados Unidos, inclusive para los que tenemos residencia permanente, porque no podemos dejar solos en esta lucha a los indocumentados.

Pero deberá ser una batalla inteligente, con respeto y acogimiento (no sometimiento) a los demás y en especial a los angloamericanos que nos abrieron las puertas de su casa.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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