Poder malvado contra el periodismo

Los periodistas tenemos que tener cuidado de no cruzar la línea entre el deber de informar y convertirnos en propagandistas del crimen, haciendo apología al delito.


El secuestro y asesinato de José Luis Cerda, un divertido animador de Televisa Monterrey, su primo y un estudiante de periodismo, ocurrido el viernes 25 de marzo pasado, aunque pudiera parecer un caso aislado, oculta una respuesta brutal del crimen organizado a los medios de comunicación mexicanos.

El día anterior, 600 emisoras, 92 periódicos, 23 revistas, una decena de canales de televisión y varios portales de la Internet, firmaron un acuerdo excepcional, donde se comprometen a aplicar una nueva ética a las noticias que difunden. Los contenidos sobre violencia tendrán un control meticuloso.

Algunos apartes del convenio dicen: “Bajo ninguna circunstancia, los medios deben justificar acciones y argumentos del crimen organizado y evitar el lenguaje empleado por los delincuentes”. “Establecer criterios para no exagerar la difusión; resguardar la identidad de las víctimas y de los menores; los medios deben manejar siempre la presunción de inocencia y exigirán información sobre las detenciones».

Todas estas ideas son un recordatorio de obligaciones diarias: informar conresponsabilidad y ética social y humana.

Algunos espectadores de la cotidianidad, ven este convenio como autocensura. Dicen que podría convertir a los periodistas en encubridores de la realidad. Es como quien barre la sala de la casa y mete debajo del sofá la mugre que reunió con la escoba. Tarde o temprano la suciedad reaparece aumentada.

Los periodistas tenemos que tener cuidado de no cruzar la línea entre el deber de informar y convertirnos en propagandistas del crimen, haciendo apología al delito.

Quizás lo que nos lleve a no escatimar esfuerzos para buscar y transmitir noticias sea la competitividad.

Lamentablemente también, a veces, es la complicidad de algunos reporteros deshonestos o, algo común en el periodismo de hoy, el miedo ante las amenazas que rodean a quienes ejercemos este oficio. No obstante, en la mayoría de casos, tiene un sentido de compromiso con los ciudadanos para que estén bien informados.

Ahora que veo las novelas colombianas “El Capo”, “Sin Tetas no hay Paraíso” y tantas otras que muestran a las mujeres ambiciosas y degradadas y a los hombres despiadados y ávidos de poder, me pregunto: ¿no hacen más alabanza al delito que las noticias? Estos programas también deberían ser parte de este compromiso acordado.

El periodismo no debe urdir concesiones a los delincuentes, a los políticos corruptos, ni a favor ni en contra. Un periodista responsable debe informar con libertad, pero conducente con el público al cual transmite la noticia. Debemos defender la visión fiscalizadora de la sociedad. La prensa son los ojos y los oídos de la conciencia ciudadana.

El convenio de los medios mexicanos, aunque estará regulado, podría malinterpretarse. Pienso que causará más daño que beneficio, porque al controlar la noticia se despertará la ira de los mafiosos, como efectivamente ocurrió con el asesinato del presentador Cerda en Monterrey.

La actitud es valiente, pero los mexicanos, incluyendo los periodistas del pacto, se deben preparar para una arremetida sanguinaria. Los carteles usarán su poder malvado para hacerse notar.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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