El mexicano rural y campesino, el obrero y trabajador, sufre día a día para poder llenar el plato de comida, mientras la criminalidad se tomó la policía y varios gobiernos municipales, castigando al país en una crisis que parece difícil de atajar.
Sin lugar a dudas, hay una pandemia mundial de corrupción. Todos somos cómplices por acción u omisión e hipócritas porque lo sabemos y no hacemos nada para resolverlo.
México atraviesa por una etapa similar. Desde que llegó al poder el presidente Enrique Peña Nieto, formó un séquito de propaganda que se propone maquillar y ocultar la violencia para hacerle creer a la opinión nacional e internacional que el Partido Revolucionario Institucional –PRI-, ha traído de nuevo la tranquilidad y controla eficazmente la seguridad.
Sin lugar a dudas, a través de las leyes y del uso malicioso de los vericuetos legislativos, Martinelli, como los otros aspirantes a dictadorcitos de Latinoamérica, pareciera estar tejiendo la red para atornillarse en el poder. Pero, según dicen, ha sido desenmascarado por la oposición unida, alianza que no se veía desde Noriega.
Gobiernos como el de Venezuela, Nicaragua y Guatemala ya están infiltrados por la delincuencia organizada a través de funcionarios corruptos y ese imperio no lo cederán tan fácilmente.
Y hablando de paramilitares, hay que seguir indagando hasta dónde el ex presidente sabía de la supuesta complicidad de su primo y amigos suyos, con estos asesinos y narcotraficantes. Algún día tendrá que revelarse si hubo una alianza con las autodefensas para llevarlo al poder en su primer mandato y a una gran parte del Congreso.
Jaramillo había presidido la Asociación Colombiana de Periodistas, sufrió dos atentados y vivió amenazado. Como él, en los años que he sido corresponsal de noticias he visto morir a centenares de conocidos, desde amigos de colegio y compañeros del medio, hasta candidatos presidenciales, dirigentes políticos, jueces, policías y militares.
!Qué pena me da el periodismo amordazado o arrodillado! Cuando un pueblo está mal informado o informado a medias, la democracia se enferma. Los periodistas somos los garantes de que el pueblo esté libremente enterado de la verdad, transmitiendo noticias independientemente, pero con responsabilidad social y ciudadana.