Añorando a Carreño, el paladín de la urbanidad

Por otro lado, es gratificante el civismo: Dar información correcta a la persona que requiera ayuda; facilitar el paso a quien lo pida aunque lo haga de mala gana (al final lo que debe importar es nuestra buena acción); ceder el asiento a las damas o abrirles la puerta del auto; ayudar a los ancianos y respetarlos por su edad a pesar de sus caprichosos; saludar, decir buenos días, buenas tardes, en especial a los compañeros de trabajo o de estudio, con quienes compartimos la mayor parte del tiempo cotidiano. Hay jefes que llegan por las mañanas sin gesticular una sola palabra, siendo un mal espejo para los subalternos.

¿Tiempo de un cisma en la iglesia católica?

Ratzinger habría hecho elaborar un informe ultra secreto y el resultado fue la gota que rebosó la copa. Al parecer, el papa no pudo soportar ni limpiar la suciedad y prefirió dejar en la conciencia de los cardenales, muchos de ellos manchados por la inmundicia, resolver el futuro de la Iglesia. Roguemos que si existe el documento revelador sea decisivo en la escogencia del nuevo papa.

¡Paren de estafar!

La promesa para muchos incautos es que el poder del dios ofrecido por esos pastores, que suplanta al Dios verdadero, extirpa a satanás del cuerpo. Aseguran que todo lo padecido por el hombre, no son enfermedades, ni secuelas de errores de la vida o simplemente accidentes, sino culpa del demonio, un mal de ojo o la mala suerte.

La culpa no es de Dios

La culpa de la crisis que vive la Iglesia no es de Dios, es de la debilidad humana que los lleva a pecar para saciar la complicidad y la ambición de poder. La cobardía terrenal de la jerarquía que oculta a los pecadores de su propia Iglesia surge, no por guardar la fe a Dios, sino para no perder sus privilegios y porque algunos de esos protectores también guardan pasiones bajo la sotana.

Infame diversión

Cuando le comenté mi desconcierto al narrador taurino, me preguntó con burla si yo sabía cómo mataban las reses del churrasco que me comí en el restaurante. Efectivamente, en muchos países de Latinoamérica, los mataderos sacrifican con crueldad a los animales que consumimos como alimento, pero eso no es pretexto para mortificarlos en medio de loas y licor.