Somos culpables los periodistas por promover este tipo de morbo y difundir la codicia y la ambición de jóvenes como Larissa, que ansían fama y fortuna y para conseguirlas son capaces de vender su alma al diablo.
Somos culpables los periodistas por promover este tipo de morbo y difundir la codicia y la ambición de jóvenes como Larissa, que ansían fama y fortuna y para conseguirlas son capaces de vender su alma al diablo.