Algunos afirman que Benedicto XVI hizo una homilía comprometida, en la que defendió los Derechos Humanos, pero difiero de ellos. Considero que fue demasiado benévolo con el opresor que, a pesar de la indulgencia, por momentos se hundió en el sillón al sentirse aludido, recuperando su aliento e hinchando su pecho al percibir que la diplomacia vaticana tiene más peso que su inmoralidad.
A quienes amamos sentirnos libres y respetamos la democracia, nos intriga por qué Estados Unidos ha sido blando y permisivo con los Castro en Cuba por medio siglo. ¿Qué cambiaría la política ahora?
No defiendo el capitalismo salvaje. En cambio creo que los dirigentes de este continente deberían crear un sistema político de capitalismo popular, respetando la democracia y la justicia social, sin ambiciones personales.
Que no se ilusionen los cubanos en el exilio porque podría no haber ninguna divergencia entre los hermanos Castro. Ellos son como siameses y continúan siendo los mismos insensatos que arrebataron el destino de los cubanos en aquella utópica revolución comenzada en 1959. Prosiguen con su testarudez egoísta y su arrogancia, bebiendo la última gota de sangre del pueblo.