La idea, debatida por años, siempre ha surgido de intelectuales, sociólogos y grupos de ciudadanos preocupados por la violencia que genera ese negocio maligno. Pretenden convencer a los políticos y a los gobernantes de que se debe legitimar y regularizar la producción y el consumo de drogas sicotrópicas para reducir la criminalidad y enfocar todos los esfuerzos a la educación de la niñez y la juventud con el fin de que sepan cuán peligroso es consumir alucinógenos.
Casi cuarenta años de guerra contra las drogas no han reducido ni el consumo ni la criminalidad. Por el contrario, lo que se ha visto es un incremento de la violencia, miles de muertos y aumento en la venta de narcóticos en colegios, barrios y discotecas.