El mexicano rural y campesino, el obrero y trabajador, sufre día a día para poder llenar el plato de comida, mientras la criminalidad se tomó la policía y varios gobiernos municipales, castigando al país en una crisis que parece difícil de atajar.
Han sido nocivos para la humanidad. Corrompen a médicos, abogados, arquitectos, empresarios e infiltran la política financiando a candidatos y dirigentes. ¿Y qué decir de la narco-cultura promovida por grupos de música de banda que escriben corridos exaltando la violencia y el crimen?
La lucha que se librará en México en los próximos años será más sangrienta y letal que la vivida hasta hoy. La captura del Chapo es un pequeño golpe a la gran industria del narcotráfico.
Más que una defensa social, la guerra civil no declarada que vive México tiene un sospechoso y oscuro trasfondo político y económico.
El narcotráfico no paga bien. Es un negocio maligno y quien se mezcle con estos criminales siempre termina mal: muerto, en la cárcel o perseguido. La cadena siniestra condena a todo el que toca ese dinero sucio.
Al bajar del avión, esa placidez y frenesí de sentir el aire fresco y cálido golpear la piel, comenzó a convertirse en un frente frío venido del norte, recordándonos que habíamos llegado a un territorio donde hay que cuidar la billetera.
El periodismo está siendo agredido en forma letal en por los menos 33 países del mundo. En estos días, la Campaña Emblema de Prensa –PEC- (siglas en inglés), denunció que 90 periodistas han sido asesinados este año. El no muy honroso primer lugar se lo lleva México con 13 muertos. Después le siguen Honduras y Pakistán con 9 cada uno. Colombia ha perdido a 3.
Uno de los proveedores importantes de cocaína a los carteles mexicanos es la guerrilla de las Farc, que también ofrece su destreza en terrorismo, mandando a subversivos que adiestran a sicarios.
En varias ocasiones he ido a Juárez para cubrir noticias sobre la guerra del narcotráfico. Pelean por el poder en esta ruta esencial en el trasiego de la cocaína y la heroína hacia Estados Unidos. En esta ocasión mi visita la anunciaron porque fui invitado a dar una charla a empresarios, con relación a mi libro “Prohibido decir toda la verdad”.
Mientras tanto, el resbaloso Guzmán, festejó sus 56 años en abril y aunque no se puede decir que “goce su libertad”, porque ningún narcotraficante disfruta de la riqueza y el poder obtenidos matando gente, sigue evadiendo la ley y todos nos preguntamos ¿quién lo protege?
La mayor parte de muertos los ponen las naciones donde se produce y exporta la droga, pero no tantos en los países consumidores.
Para mi neófito entender, la culpa no es del petróleo, sino de la vergonzosa flojedad social y humana de ciertos dirigentes y políticos mexicanos, despreocupados por los pobres que aumentan ante sus ojos todos los días en las calles de las ciudades