Maquillando la realidad y ocultando la violencia

México atraviesa por una etapa similar. Desde que llegó al poder el presidente Enrique Peña Nieto, formó un séquito de propaganda que se propone maquillar y ocultar la violencia para hacerle creer a la opinión nacional e internacional que el Partido Revolucionario Institucional –PRI-, ha traído de nuevo la tranquilidad y controla eficazmente la seguridad.

Astucia criminal, no es inteligencia

Quizás por eso, ciertos jóvenes se fascinan con las historias del narcotráfico. Algunos niños de barrios pobres en México y Colombia quieren ser sicarios cuando crezcan y se ha vuelto popular en las redes sociales una frase escalofriante pronunciada en vida por el narcoterrorista Pablo Escobar, cabecilla del cartel de Medellín: “Le voy a matar el papá, la mamá, los tíos y si la abuelita está muerta, la desentierro y se la vuelvo a matar”.

Propuesta que espanta: legalizar las drogas

¿Por qué parte de esa plata de la guerra contra las drogas no se invierte en desarrollar la agricultura, la ganadería y la industria? En las zonas cocaleras y amapoleras de México, Colombia, Perú y Bolivia, les vendría bien recibir insumos agrícolas, tractores, hacerles carreteras para sacar los productos y pagarles mejores precios a los campesinos por las cosechas.

Legalización, palabra satanizada

La idea, debatida por años, siempre ha surgido de intelectuales, sociólogos y grupos de ciudadanos preocupados por la violencia que genera ese negocio maligno. Pretenden convencer a los políticos y a los gobernantes de que se debe legitimar y regularizar la producción y el consumo de drogas sicotrópicas para reducir la criminalidad y enfocar todos los esfuerzos a la educación de la niñez y la juventud con el fin de que sepan cuán peligroso es consumir alucinógenos.