Algunos afirman que Benedicto XVI hizo una homilía comprometida, en la que defendió los Derechos Humanos, pero difiero de ellos. Considero que fue demasiado benévolo con el opresor que, a pesar de la indulgencia, por momentos se hundió en el sillón al sentirse aludido, recuperando su aliento e hinchando su pecho al percibir que la diplomacia vaticana tiene más peso que su inmoralidad.
Ratzinger habría hecho elaborar un informe ultra secreto y el resultado fue la gota que rebosó la copa. Al parecer, el papa no pudo soportar ni limpiar la suciedad y prefirió dejar en la conciencia de los cardenales, muchos de ellos manchados por la inmundicia, resolver el futuro de la Iglesia. Roguemos que si existe el documento revelador sea decisivo en la escogencia del nuevo papa.