Quienes son condenados, una vez llegan a las cárceles, podría decirse que los despojan de sus derechos humanos. En este país las prisiones son un negocio privado, en donde tratan peor que animales a los “clientes”; a muchos los aíslan de sus familias bajo un régimen humillante. Un ejemplo es el de Arizona, cuyo Sheriff Arpaio alimenta a sus prisioneros, la mayoría hispanos, con productos vencido