Por años la televisión y el cine han aleccionado a ciertas mujeres para que busquen un hombre rico y poderoso con el propósito de que las sostenga, cuando lo más valioso en una dama es su independencia y libertad.
Quien usa el chantaje emocional para conseguir sus objetivos manipuladores o lo hace para hacer sentir culpable a su pareja, por ejemplo, de ser mala madre o mal padre, es también despreciable.
Pareciera que se venera la violencia. El crimen y el odio que ven a diario en los medios de comunicación, en el cine o lo practican en los videojuegos, algunos lo quieren imitar como autómatas, soñando con hacer parte de ese universo sangriento, irreal e impasible, el cual copian a manera de desahogo de sus rencores contra algo o alguien.
Lo primero que debemos entender es que no son eventos aislados. Están más cerca de lo que creemos. Pueden ocurrir frente a nuestras narices: una compañera de trabajo que llegó con ojos llorosos; la hermana que no volvió a visitarnos; la prima que dice estar enferma de manera permanente o la vecina dicharachera que dejó de serlo.
Algunos apartes del convenio dicen: “Bajo ninguna circunstancia, los medios deben justificar acciones y argumentos del crimen organizado y evitar el lenguaje empleado por los delincuentes”. “Establecer criterios para no exagerar la difusión; resguardar la identidad de las víctimas y de los menores; los medios deben manejar siempre la presunción de inocencia y exigirán información sobre las detenciones».
Pero, estudios han demostrado que las víctimas guardan silencio por el pánico interior a ser apaleadas con más fuerza; también por miedo a perder su posición económica y social, o a ser vistas en la familia o la comunidad como cobardes y fracasadas. Asimismo pudiera ser aprensión a ser abandonadas y enfrentar una vida sola.
El acosamiento a los inmigrantes en Estados Unidos pasó de la simple mirada ofensiva a la agresión física.
El silencio es cómplice y permite que estos hechos se repitan sin control ni ley. Precisamente es la falta de leyes, que castiguen a los hombres golpeadores y abusadores, lo que vuelve a las mujeres vulnerables.
Cuando matar se convierte en una forma de corregir un pueblo, o se hace por culto religioso o por poder, la vida pierde valor.
Hay quienes aseguran que para proteger a los niños de depredadores sexuales y padres abusivos todo se vale, pero ¿no es más dañino arrebatar a un hijo del hogar con el pretexto de protegerlo y después pedir disculpas ante una eventual equivocación?